Vienes a mí,
te asomas,
surges del corazón,
de la mirada, del roce,
del estómago, de lo más profundo.
Coqueteas, te escondes,
bailas por mis sentidos.
Te escurres
como agua de jabón,
te resbalas y caes.
Casi te atrapo, te vuelves invisible,
pero te siento cerca.
Acechas,
buscas el momento preciso
para surgir como destello.
Me sonríes y te acercas con fuerza valiente.
Te recuestas en la pluma y
fluyes de la tinta a la página en blanco
que te espera con deseosa calma.
Te abraza, te rindes y te guarda.
Colección:
La dicha y otros encantos© Derechos reservados.
Me encantó este poema (pero también otros). Sabes expresar esa fugacidad de la palabra que fascina tanto a los poetas como a los traductores.
ResponderEliminarGracias Marie-Paul por dejar tu huella por acá. Un gusto encontrarte.
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