Entre aciertos y desaciertos vamos descubriendo y descubriéndonos... y entre palabras y silencios viajamos a los demás, con los demás y a nosotros mismos...

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lunes, 29 de septiembre de 2008

Gritó la tierra


Como leones enfurecidos
atrapados por el tiempo
rugieron las entrañas.

Desprevenidos en la madrugada
dieron vuelco techos y paredes
madres y amantes
niños y mascotas
padres y abuelos
no perdonó a ninguno.

Miles y más de miles
quedaron sepultados
entre escombros, recuerdos y
paisajes de desolación.

El silencio fue breve
las bestias seguían atrapadas
las heridas eran hondas
no encontraban escape
no había volcán
la tierra se rasgó las vestiduras
quedaron en chirajos
planicies y montañas.

Jadeaban,
tambaleaba la vida
Descansaban,
respiraban los chapines
Volvían a gemir,
se estremecían las paredes.

Así caminaron heridas las bestias
tres días y tres noches
al filo del medio día se unieron
gritaron al unísono: ¡Basta ya!

Desde entonces las buscan
ellas duermen y despiertan
en pequeños sobresaltos
lamen sus heridas
para tratar de no gritar.
Colección: La dicha y otros encantos
© Derechos reservados.
Óleo: Arco de la Recolección Antigua de Rafael Pérez de León

2 comentarios:

  1. Clara Schoenborn1 de mayo de 2009, 5:57

    Siempre está la voz del poeta para dejar el registro de todo aquello que impactó en el cuerpo y en el alma, este poema es hermoso en cuanto a que condensa en forma precisa y desgarradora lo que dejó la furia de la naturaleza en los hombres. Te felicito. Tu abuelo además pintaba con exquisitez, así como la nieta escribe.Abrazos.

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  2. Mi querida Clara, acabo de descubrir tu comentario en estas letras tan cercanas a mi corazón; un terremoto para quiénes lo hemos vivido y sobrevivido deja una marca por siempre. Tus palabras me emocionan, no tuve la dicha de conocer a mi abuelo si no a través de sus obras.
    Un fuerte abrazo,
    Silvia

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